martes, 19 de mayo de 2009

LA VENTANA


LA VENTANA

Ring, ring, ring. El sonar del timbre. Es Leo, ha venido con su gata fresas a saludar

- voy para un velorio quieres venir?- Dice

- Bien bacano- Contesto, salvo mi mente que teme a los muertos y al llanto.

Lo contemplo mientras hojea unos periódicos. Tiene el pelo parado y las nalgas enjutas. Es un ser particularmente bajo, moreno y de risa estruendosa una personalidad repulsiva, pensaría.

En calma y olvidando al muerto al que le va a rezar, se dirige a la cama. Observa largo rato por la ventana y sin más, me mira, se acaricia el miembro y rápidamente como acostumbra en estos dos últimos meses, posee mi cuerpo como animal fiero y entre espasmos rápidos de no más de 30 segundos emite gruñidos bestiales, terminando la corrida cansado, desparramado, dejando ver su pequeñita e imperceptible hombría. Mientras ronca por arriba y por abajo, observo su plácida existencia, tan inútil, tan llena de mísera grandeza y le tengo lástima.

Acaricio su espalda, nalgas, piernas y plantas de los pies. Definitivamente me convenzo que la vida cada vez está de pelos, los edificios están de pelos, los chulos están de pelos porque mandaron a lavar las plumas.

Se endereza y de su peculiar hocico, un bostezo brota energúmeno. Se acerca, lo abrazo, y en breves segundo lo arrojo por la ventana.

- que bien se siente- me digo en voz alta, luego de secarme el sudor y descansar breves momentos en la cama, observo entretenida como fresas su gata rosa se restriega contra mis piernas y aun así no lo extraño.