martes, 6 de octubre de 2009

CUATRO AÑOS A BORDO DE MI MISMO


4 años a bordo de mí mismo (memorias de Uchí Siechi Kuhmare)" y que apareció en doce entregas, entre el 10 de mayo y el 5 de junio de 1930, en La Tarde. Es en una de estas obras cuando se empezó a notar su cambio de pluma por el gusto a la prosa moderna y lo futurista incluyendo palabras poco indicadas para su época pero que en la actualidad se reconoce que da atención, éxito e incrementación de ventas.

Aunque tiempo atrás lo había ojeado, no recordaba que fuese tan bella y fluida la narración. Ahora la obra se me presenta como la condensación de los sentidos en un espacio agreste, salvaje y lleno de sensaciones que hacen viajar al lector por su tiempo, espacio y erotismo.

El paisaje enigmático que se presenta es la Guajira y que se describe a lo “Carpentier” por la dominación de la retórica y el decoro creando una intensa y repetible voluptuosidad no sólo en los símbolos allí manejados si no también el lenguaje, la historia ( el narrador, recordando un tiempo pasado), su espacio, tiempo y personajes.

Tal vez parezca traído de los cabellos, pero más que toda la novela me llamo la atención el titulo.


“Cuatro años al borde de mi mismo” me hace recordar los últimos versos del “Nocturno de Silva” refiriéndome a las dos sombras que se entrelazan y forman una analogía con respecto al nombre del texto.

Cuatro años al bordo de mi mismo, es la puesta en escena de un narrador presente que recuerda otro narrador que era él mismo pero que en el presente ha cambiado.

Como el recuerdo de una sombra que convive consigo, una especie de Horla de la cuál es consciente. El viajero y su sombra que de una manera u otra encaminan un viaje por los sentidos más que por cualquier otra cosa, que obligan al personaje ( narrador)a introducirse en una aventura por el estilo de “ Arthur Gordon Pym” generando en el lector una abierta admiración por lo que sucede.

A excepción de lo anterior y como nombre al principio la obra hace honor a lo primitivo (los instintos) de los cuales los sentidos son el motor. Al tratarse de un paisaje salvaje la labor mediadora entre el narrador y la voluptuosidad se presenta en la naturaleza de los núcleos femeninos: La noche, La luna, La mujer y la selva son las que ejercen ese polo a tierra de seducción y voluptuosidad.

Aunque es un libro bueno no deja de incomodar los tópicos populosos de algunos personajes de la novela. En resumen es agradable, vistoso, emotivo y en una u otra manera un paralelo geográfico entre el autor y su narrador.

En cuanto al escritor vs trotamundos manejan una curiosidad: que es el continuo unísono de ambas voces hasta el punto que se hace un poco difícil saber cual es quien.

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